A la hora de entrar en el ejército lo de menos era el lugar de origen de cada soldado, lo que realmente importaba era poseer o no la ciudadanía romana.
En función de esto había dos tipos de soldados, los legionarios, normalmente ciudadanos romanos, y las tropas auxiliares, soldados que carecían de ciudadanía, incluso en ocasiones se alistaban para obtenerla.
Los legionarios:
En el combate se protegían con un casco, galea, un escudo cuadradado, scutum, y una coraza de cuero y metal, lorica. Para atacar se servían de la espada corta de doble filo, gladius, y dos tipos de lanza, pilum y hasta.
Los auxiliares:
A los auxiliares se les destinaba lejos de sus provincias de origen para evitar que pudieran sumarse a posibles rebeliones contra Roma. En un primer momento se las reclutaba entre los pueblos aliados de Italia y posteriormente en provincias menos civilizadas.
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Los auxiliares recibían armas y uniformes diferentes de los legionarios. Utilizaban espadas largas y unos escudos ovalados. Asimismo llevaban menos armadura, por esta razón podían moverse con mayor rapidez que el resto de los soldados, pero también sufrían más bajas en las batallas.